bajolasruedas


“Hans no se movió. Estaba sentado derecho en su pupitre, con la cabeza un poco inclinada y los ojos medio cerrados. La llamada le había semidespertado de una ensoñación, pero la voz del profesor le llegaba como a través de una gran distancia. También se daba cuenta de que su compañero le daba codazos violentos. No le importaba nada. Estaba rodeado de otros seres; le tocaban otras manos y le hablaban otras voces, sin pronunciar palabras, sino susurrando profunda y dulcemente como melodías de un manantial. Le contemplaban muchos ojos, extraños, grandes, brillantes, llenos de presagios. Quizá los ojos de la multitud romana, sobre la que acababa de leer algo en Livio, o los ojos de seres desconocidos con los que había soñado o a los que había visto alguna vez en un cuadro.”
Bajo las ruedas, Hermann Hesse

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Seminario

Todo ente natural se rige por las convenciones del artificio naturalizado. Si pensamos en la realidad como agente que rige la verdad de lo existencial es posible que nos equivoquemos. Toda verdad tiende a ponerse en duda cuando los factores de su naturaleza son levemente alterados y su verdad es relativizada por la subjetividad. Siempre activa y dispuesta a defender el índice de verdad y bajo cierto tipo de manipulación circunstancial las cosas suceden y la concreción de esa visión es siempre fuente de una verdad mentirosa, caprichosa y disuasoria; frente a la verdad como hecho cultural aislado de lo cultural instaurado. Si bien esto no corre el peligro de ser legitimado, lo que corre con desventaja es la mera afirmación de que todo, excesivamente todo está dispuesto en bandeja para ser puesto en duda.

Programa operativo


En el contexto del Seminario de reflexión y producción, coordinado por el artista visual José Pizarro, esta publicación da cuenta de un programa de encuentros semanales llevados a cabo desde marzo a noviembre del año 2008.
En estos encuentros se dieron a conocer los siguientes ejes conceptuales:

● Reflexión sobre el rigor del pensamiento en la destreza de la técnica
● ● Nuevas tecnologías en relación a las prácticas tradicionales
● ● ● Estrategias del poder tecnológico (La ideología en lo técnico)
● ● ● ● Dispositivos de neutralización ideológica. En contra de lo tecnológico como dirección obligatoria.

Y en la pregunta:
¿Cómo pensar las artes tecnológicas digitales?

…Como una mera respuesta retórica a la crisis de identidad en las sociedades donde la tecnología está asociada a sistemas de manipulación ideológica
…Como un reflejo deforme de lo tecnológico coyuntural que busca en las tecnologías instaladas una sustitución parcial de identidad
…Como reacción tecnofóbica de lo determinante en la carencia y la base social
…Como mecánica usual técnica, que adapta su discurso a la novedad de los inventos
…Como repuesta a la escasez de ideas, suplantándolas por lo técnico sin objeto…

(...)








Bajo las ruedas
Poesía, Tecnología y Sujeto

José Pizarro


¿Puede el milagro de la razón seleccionar fuentes de saber ligadas a las nuevas formas de la experiencia estética colectiva? ¿Seremos capaces de sostener el flujo de comportamiento sin que una prevención de rigor de la tecnociencia se dispare sobre cada cuerpo y cada mente?
Si el cuerpo humano puede estudiarse como una máquina compleja, podrá el cuerpo responder en esencia con sus actos a la fuerza de la voluntad de otras máquinas…Si bajo conciencia nos acercamos a la máquina a distancia, si analizamos sus actos, revelamos sus miedos, señalamos sus limites, convencidos de que esta dimensión paralela de antiritualidad no obedece a nada… ¿Seremos capaces de constituirnos como hombres y mujeres completos frente la voluntad humana que jerarquiza a la máquina y a su solvencia… Seremos libres en la libertad futura sentenciados por la esclavitud tecnológica actual…?
El trauma tecnológico parece obligarnos a emitir alguna responsabilidad de acción. A decir sobre cada cosa que hacemos, una palabra y sobre cada cosa que no decimos, se deriva una irresponsabilidad. Pero bajo esa operación se entiende que la construcción es posible bajo cierto tipo de alfabeto desconocido, diría desconcertante. El arte busca su propia medida de disipación del ente perfecto y lo retiene para imitar y luego convertir el oro (naturaleza en esencia) en agua para la sed.
La máquina nos habla, “reacciona”… Respondemos a la máquina,.. ¿Puede una máquina hablar cara a cara? ¿Hablar, responder, preguntar, asistir, reaccionar, depender, accionar, interactuar, generar, leer en entrelineas…?
Si decimos que arte es la decisión tardía de estímulos premeditados por la generación casual de una actividad inventada, podrá la máquina asumir tremendo reto en la instancia de imitación neurológica?
Es ingenuo caer en responsabilizar a la tecnología de la crisis de la humanidad. Es posible que nos arrastre una bola de nieve tecnológica convenciéndonos de su carácter generador; creando dispositivos actualizados para una nueva forma de vida futura. La excitación que provoca la tecnología en las personas obedece al incasable deseo de ser ente sin cuerpo, cuerpo de felicidad sin responsabilidades psíquicas, ni tormentos fisiológicos, ni memoria ni melancolía. Un cuerpo sin sombra. El arte asiste a su reflejo de verdad, se disparan multitud de gestos… Claro que los gestos obedecen, en parte, a un programa de actos ya instituidos en creación y a estereotipos fundados por la propia unidad científica. El arte seduce a la ciencia e imita su desnudez ocasional. La ciencia espera el momento y el entendimiento para generar fuerzas de choque, exigiendo emotividad a cambio de superar el trauma. Con el tiempo la seducción se convierte en relevamiento de principios comunes, donde el arte se deja anular y la ciencia ofrece un marco técnico para ese entendimiento.
Es posible que todo encuentro origine una suerte de potencial riqueza de signos. En este caso es la consecuencia de un trauma generado sin riqueza y una suma de voluntades adquiridas por la sociedad en su conjunto, que hace que la ciencia participe de una necesidad de gestos artísticos a través de la noción de engaño consentido. El arte necesita recuperar sus gestos básicos, elementales y directos, sin caer en la clásica dualidad de razón-emoción para contenerlo. La tecnología se sostiene detrás de la técnica; por ende los artistas son capaces de dominar lo artístico-tecnológico en tanto que conocen su destreza operacional.
Seguramente los artistas, plagados de miedos puedan hacer de la relación persona-máquina una potencia invertida de deseo. Y el arte pueda generar el dispositivo ubicuo que llena el vaso de la sed.

Hoy se dan las condiciones para que nos sea fácil encontrar un lazo entre el arte y la ciencia. El puente que el arte moderno pretendió imponer con algunas restricciones es ahora recorrido por entendidos, intuitivos y curiosos; buscando seguramente la panacea del arte en la ciencia, la ciencia en el arte. Es un propósito incierto que reúne cierto tipo de consideraciones, que podríamos denominar negativas:

__La ciencia es un ente tecnológico ciego
__La ciencia es el símbolo de la razón (base operativa de un concepto economicista)
__La ciencia cuando actúa bajo la apariencia de arte, su estructura despliega la lógica del entendimiento científico

Mientras que otras pueden leerse como positivas:

__La ciencia y el arte, sustratos de reflexión del mismo eje conceptual
__El arte en su mirada a la ciencia, ejerce un dispositivo vivo capaz de renovar al arte, sacándolo de su inercia histórica
__El arte se apropia de las conductas tecnológicas de la ciencia, e invierte sus usos en beneficio de una anarquía de límites autoimpuestos

Hoy lejos de anunciar la liberación, la comunidad del arte expone tentativas de conducta diferenciadas. Por un lado el marco de apología encuentra en la tecnociencia una ventana de la verdad que ocultaba las posturas de expresión catártica. En otro lugar los nostálgicos repiten las formulas negando el Bits electrónico, a cambio ofrecen la introspección del Witz romántico como salvataje de las ideas consumidas en un gesto sinrazón. En el medio de la escena estados intermedios receptan indecisos, oportunistas y falsificadores, que según la conveniencia se ubican sin ley ni gesto noble en la vereda más conveniente. Todos entendemos que la fuerte presencia de la alta tecnología está en manos de los pueblos ricos, y el arte que sirve como modelo suele establecer regímenes de conducta propios a cada sociedad, no para integrarlos sino para someterlos políticamente a su necesidad.
Si nos remitimos a los sesenta podremos apreciar como la teoría se desplegaba en paralelo a los niveles de convicción y la praxis generaba, a través de la técnica, un impulso renovador del pensamiento artístico experimental y utópico; es así que tendremos que pensar también que allí se origina el pensamiento como liberación de una estructura opresiva que hacía resistir a cada hombre bajo las ruedas del sistema. La fuerza del sistema no impedía la acción radical, sino más bien la convertía en una fuerza capaz de modificar lo social.
Ahora bien, no podemos quedarnos así parados esperando los buenos momentos ni una pronta Apocalipsis. Es importante sostener que todos nuestros intentos por constituir un discurso que nos refleje, que nos represente, no está exento de problemas socioculturales. Toda práctica artística, de pensamiento reflexivo, lleva en sí un propósito tácito, la ética y su función se pone en tensión: el discurso, la manera de sostenerlo y la forma de llevarlo a cabo. Así como la capacidad de permanencia de esa revelación en lo social.
El dispositivo tecnológico actual es seductor y tiende a calar en nuestra voluntad haciéndonos acceder a una suerte de abismo significativo. Un abismo de éxtasis crónico narcotizante. Donde la efervescencia de la construcción de sentido cae justo en las puertas de la ciencia como arte. Cuando el dispositivo tecnológico se rehúsa a ser intervenido, en su despiadada operación tangencial, es allí cuando los artistas son sólo programadores y organizadores de esencia de abismo. Como quien envasa en frascos pequeños lo que ya usaba de grandes recipientes, pero cambiando el nombre de la etiqueta. Todo hecho tecnológico tiende a disiparse cuando el evento novedoso es superado por una reflexión, delirio u ocurrencia. Es el arte un espacio muerto, la ciencia un asesino… El arte puede converger en una resurrección a través del arte o a su virtual desaparición. El problema no está en mutar o desaparecer, el lado débil es el problema mismo sin un marco temático (de compromiso) que lo origine.
Todos están juntos en la misma fiesta: La conciencia ecológica con la redistribución de la riqueza, el atesoramiento de objetos con la desaparición de la materia, la presencia del hombre real con la telepresencia a distancia, la guerra sin sangre con la euforia xenófoba, el cuerpo con la máquina, la sustancia con el fluido, el rezo con la palabra, el código con la trama, el velo con la mascara, el agua con el humo…
Este espacio reflexivo atiende a las formas en que cierto tipo de comportamiento artístico emite responsabilidad en la opinión, o reacciona –a través del pensamiento- a las nuevas tecnologías, cotejando los niveles de ingerencia que el espacio tecnológico pueda abarcar sobre las operaciones racionales sensibles.
El arte, un ente capaz de sobrellevar todo el peso de su dinámica sobre un nuevo estado de razón. Los artistas darán cuenta de lo disuasorio de sus planteos artísticos en la medida en que sus pensamientos se conduzcan fortalecidos aunque solitarios frente a la corriente que puede arrastrarlos a la novedosa mediocridad de la técnica y el espectáculo.
En sus ideas podrán marcarse las pautas para una nueva forma de pensar el arte, que no es otra cosa que retomar los principios éticos que alimentan los grados de convicción y las formas de hacer útiles gestos sin utilidad. De este modo quizás, se podrá solventar un arte en estrecho lazo con lo social, alimentado con lo extraordinario de la estética y lo edificante de sus conductas.




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1.“ Lo otro no existe: tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana.
Identidad igual realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta
y necesariamente, uno y lo mismo. Pero lo otro no se deja eliminar; subsiste,
persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes.”
Antonio Machado












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Espejo de palabras





Hace unos años “descubrí” que la lectura de poesía era algo que atravesaba el tiempo de mi vida
sin interrupciones.

Esto es, que aún cuando no podía leer otra clase de textos, el hecho de leer poesía se mantenía aferrado a mí salvándome a veces, de mis propias palabras.
Un abismo de maravilla
Siempre presente
Un orden
Una síntesis y una repetición que en los gestos me devolvía a las mismas palabras
una y otra vez, sin interrupciones.
La repetición me aseguraba un lugar de encuentro siempre renovado, el mismo y
nuevo a la vez. Algo que se liga al devenir/correr/transcurrir del tiempo de mi vida.
Ahora que escribo, puedo recordar líneas de poemas ligados a especiales momentos, ellos van armando un hilo delicado de seda , que me lleva a lo ausente, al amor, a la
pérdida, a la pasión, a la felicidad y al paso del tiempo.
Pasado en claro es un libro de Octavio Paz y sus poemas están en la base de las pinturas que trabajo en la actualidad. Antes estuvieron las palabras de Marosa Di Giorgio, de T. S Elliot, de Fabio Morábito, de Gloria Gervitz, entre
otros, y muy “lejos y hace tiempo” los poemas de Lorca que me leía mi madre.
Más acá y más allá, siempre han estado las palabras..las palabras de otros que como espejo me reflejan al leerlas, escucharlas o escribirlas con mi propia letra en cuadernos
y libretas.
Parecieran ser más mías, cuando las dibujo con mi letra recuperando en el
manuscrito un rasgo de lo humano que se pierde.
Ya no hay nuevas cartas para releer una y otra vez, ni tampoco pequeños mensajes
dejados sobre la mesa.
¿Qué me queda de aquello perdido?
La escritura ,las relaciones y diferencias con la imagen me atraviesa como preocupación desde hace muchos años. La unión de las cosas es también su separación fue el título de un trabajo en el que intentaba pensar la relación entre la palabra y la imagen cuando
ilustraba un libro de poemas.

La palabra y la imagen confundiéndose pareciendo ser lo mismo y no.

¿Qué del poema que leo anida en la letra que al copiarla escribo?

Esa huella, mi letra manuscrita puede conservar el estatuto de letra aún estando rota
y fragmentada?
Y aún más…¿puede conservar algo de aquello que leí,? ¿Del sentido que le di a lo leído?

Procedimiento de los trabajos
Al explicar en el Seminario el procedimiento para construir algunas pinturas, surgió
la secuencia que sigue:
-Escribir con mi letra un poema que me gusta y leo reiteradamente
-fotocopiarlo
-ampliarlo sucesivas veces o escanearlo hasta “reventar” la letra.
- muchas ampliaciones para reventar la letra y que no se distinga que es texto o letra.
Para ahondar en esta última idea rompo y corto el texto en
partes/pedazos/fragmentos
-armo con esos pedazos (tipo collage) otra cosa, corto y pego.
Someto este collage a igual procedimiento que antes, ya que amplio una y otra vez al
tamaño del lienzo en el que luego quiero pintar.

Intento romper el orden de la escritura, vertical/horizontal/de derecha a izquierda
…al revés.
No siempre lo consigo. Encuentro siempre un orden aunque no lo persiga en forma conciente, el azar tiene un orden, el azar tendrá siempre mi orden, el que yo le imprimo
sin saber.
Luego calo la ampliación y paso a la tela el dibujo y pinto con sucesivas capas de pinturas, unas sobre otras, esa secuencia me da la misma repetición que cuando leo un poema una
y otra vez, una voz encima de la otra.
Aquello que luego encuentro sobre la tela, a pesar de numerosas rupturas, y procedimientos
es “escritura”.
Un otro que mira, adivina un perfil, un nombre, una pareja abrazada, un hombre con una
bufanda, cree leer cuerpos allí donde hubo letra.
¿Sobrevivirá el gesto de “lo humano” en los pedazos y fragmentos que se esparcen en la tela?
Utilizo colores saturados y fondos planos como el negro y el blanco de un texto, el rojo de un subrayado.
Estos procedimientos manuales o mecánicos que de algún modo me impongo como camino( porque se me da la gana hacerlo así) revelan procedimientos digitales, aunque sean manuales. Y en este tema descubro algo que es una obviedad, pero yo lo atesoro como hallazgo para mí, a lo largo del seminario. Todo lo digital fue manual en algún momento de su concepción y de su origen.

Otra cosa es el otro -
Otra cosa es el cuerpo
¿Es el cuerpo otra cosa?

Ese cuerpo que aparece adivinado por otros que leen las pinturas reaparece en el trabajo
Vuelvo al cuerpo
A una imagen del cuerpo
A un dibujo que lo representa
A una representación de la representación

Un antiguo grabado en un libro de medicina que dibuja/representa
Un órgano

Un hueso..
Me he preguntado muchas veces porque “debe” ser antigua la imagen desde la cual comienzo a trabajar… como si fuera una imposición..

Aquello mismo que luego me dispongo a romper
No lo sé.
Grabados antiguos
que como rastros.
Aleteos de aves
Fugaces,
Insectos que desaparecen
cuando apagamos la luz
( en una casa de campo
bichos de luz que perseguimos maravillados
otros niños y yo
en un campo de malezas
que nos tapan
los cuerpos.
Adivinamos
a los otros.
Perseguimos los bichos de luz.
Somos ellos saltando en la oscuridad).

Vuelvo a una imagen del cuerpo que parece siempre inasible y desconocida. Intento aprender en libros de medicina la ubicación de los órganos y siempre me pierdo, el mapa que forma el dibujo no me guía hacia mi propio cuerpo,
es otra cosa.
No sé..no aprendo, no lo aprendo
Busco más dibujos y grabados que me digan y hablen de los órganos, de los huesos, del cuerpo.
Los dibujo y los pinto, una y otra vez
Para apresar el cuerpo
Conocer es apresar
Escribir es apresar
/dejar presa la emoción

Imprimo a la imagen de un órgano
Un pulmón
que me permite/a respirar…
los mismos procedimientos
que seguí para trabajar con el texto de un poema manuscrito
como si el dibujo del cuerpo
fuera letra
como si el cuerpo fuera letra
y pudiera nombrarlo.
Esta vez doblo el papel una y otra vez en pliegues diagonales, y vuelvo a unir los pedazos y fragmentos que quedan entre las diagonales,
de “otra manera”
Y pinto lo que resulta de todo esto.
El cuerpo dibujado es letra.

¿He llegado al mismo sitio?
¿Es otro lugar?


Cambio de soporte/Soportar el cambio

Hace 4 años trabajé con una compositora de música electrónica Kerry Hagan de California. En base a mis dibujos ella fue buscando homólogos de sonidos o sonidos que aludieran a los objetos o seres que yo dibujaba
-el frotar de las alas de un insecto
-el ruido de unas olas al quebrar sobre unas rocas
-murmullo de conversaciones inteligibles allí donde yo había escrito un poema dentro del dibujo.

Los procedimientos del trabajo fueron sencillos, para nada sofisticados ni que requirieran de mucha tecnología. Sin embargo el resultado para mi fue sorprendente. Aquello fijo y plano de mis dibujos pareció cobrar movimiento no solamente por la sucesión de las imágenes digitalizadas, la combinación con los sonidos sino por el cambio de soporte, la unión o interacción de todos esos elementos en un medio digital.
¿Qué sucede cuando una imagen cambia de soporte, en qué medida soporta el cambio?
Del papel a la tela
Del papel a la imagen digitalizada
Del objeto a la imagen
De la pared a la circulación de la imagen
Circulación de la imagen/democratización de la imagen
¿Qué se aprehende de aquello que no se conoce?
¿Qué de aquello que aparece sin cuerpo para soportar la emoción?

Momento actual

Casi sin darme cuenta, imperceptiblemente en los últimos tramos del seminario, y en un corte de tiempo que comienza casi medio mes atrás, comencé a recolectar papeles que me van dando a lo largo de este tiempo.
No son los papeles que podemos ir encontrando y nos llaman la atención por algo y guardamos sino aquellos papeles “que me dan” a lo largo de los días y que yo recibo.
Esos papeles son un “plus”, un excedente, un resto de otra cosa, aquello que uno tira y descarta, un boleto, una factura, el envoltorio de un caramelo, el sobre de una sopa, la etiqueta de una prenda, la tarjeta de invitación a una muestra.

Si son papeles que descarto y tiro…si no los tiro, qué puedo llegar a descubrir?
Se puede leer en ellos, en su materialidad,
un camino, un trayecto, un recorrido?
De quién? De qué?
De qué me habla el resto?
Con ellos necesito hacer algo material no me es suficiente con la recolección como me indica sabiamente Rosana una compañera del seminario e insiste que es suficiente. No, yo quiero utilizar ese resto, convertirlo de la nada en otra cosa…

Establecer el orden en que me fueron dados?
Un orden que yo le imprima a la recolección en base a los colores?
Dice este resto algo de mí como sujeto autor de esa recolección azarosa y anónima?

Y a la vez y volviendo al escrito primero y al trabajo que me tiene capturada en los últimos tiempos
Vuelvo a encontrar en esta recolección
Letras y números que combinados uno al lado del otro..me darán un texto
Que no necesito descifrar
Pero que está siempre presente.

(cuando termine el tiempo de recolección..-como Perséfone- pienso escanear y colocar un papel al lado del otro y ver… )
¿De qué me hablará el texto?

Qué bueno..no sé hacia dónde voy con todo esto..
Pero..puede uno olvidar aquello que aprendió o creyó aprender?
¿Existe ese clase de olvido? ¿Alguna clase de olvido?
A dónde vamos cuando nos olvidamos?









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video performance

sonido digital + sonido humano = lenguaje en acción
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U B Í C U O

“Transformo para mí la frase imbécil y criminal del profeta de ustedes, ese 'pienso, luego existo' que tanto me hizo sufrir, pues 'mientras más pensaba menos me parecía ser', y digo: 'me ven, luego soy '. Ya no tengo que soportar la responsabilidad de mi transcurrir pastoso: 'el que me ve me hace ser, soy como él me ve' ".
(“Los caminos de la libertad”, II) Jean Paul Sartre

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Se percibe con fuerza evidente, un evitamiento implícitamente buscado, de los usos del cuerpo. Cuerpo pasivo.
¿Qué huele un cuerpo, qué toca?
-'Ve' otro cuerpo - como necesaria experiencia que de forma cada vez más clara y evidente, funda la existencia de cada ser en un espacio que conoce tras su imagen.

Es el frente de una realidad que se imprime con peso propio, extendiendo el eco de su efecto sobre el inconsciente del grupo, la subjetividad individual y por su naturaleza, sobre el cuerpo de cada sujeto "espejo visible de otro semejante". El reconocimiento de 'otro' se gesta en la posible omisión del contacto, tras un borramiento del cuerpo camuflado en su cotidianeidad. Su presentación, se resume hacia una posible transmutación de la c o n c i e n c i a de ver y sabernos vistos hacia la n e c e s i d a d de resumir a los cuerpos en imágenes, un cuerpo-imagen que se desliga de su eventual aspecto fisiológico-ontológico, para entenderse como 'cosa', propiedad de quien lo porta, dentro un campo referente, simbólico.

Sería ésta la representación de un cuerpo mutante, proteico, capaz de transformar la morfología con la que se presenta, atento a sus pulsiones de deseo; un cuerpo información que como tal, adopta sentido de procedencia, vigencia, importancia, actualidad, velocidad.
Cuerpo entonces, en busca de una pretenciosa transformación sin movimiento que, por su naturaleza matérica, acciona l e n t o, tor pe como si sus dimensiones resultaran incompatibles con las pretenciosas cualidades de un tiempo y un espacio que redefine, para responder con practicidad a su respectiva aceleración, según lo enuncia Paul Virilio en 'El Arte del motor- aceleración y realidad virtual' :"a partir de ello podría hablarse de la aceleración como una tentación del ser pesado, con el hundimiento abismal del universo percibido".















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La visibilidad, la imagen que construye cada cuerpo, conforma un colectivo de representaciones que pretenden ser abarcadas, conocidas por cada sujeto; como una búsqueda curiosa, de espionaje que propicia alimentar su propia subjetividad, un aspecto por la cual, según la filosofía de Sartre, será consiente de sí mismo.
La necesidad del "registro" visual se extiende, entonces hacia una teoría de superación; deseo de abarcación... cómo el ojo llega a ver desde la ausencia, lo que no está en su presencia?; ¿hacia dónde se expande el espacio 'oculto', inasequible ?; ¿en qué tiempos el cuerpo ajeno se sitúa en terrenos paralelos igualmente 'invisibles'?; ¿qué determina la heterogeneidad del resto de las relaciones sujeto-objeto?
Se manifiesta inevitable el fenómeno de la HIPERVISIBILIDAD. Aparece un cuerpo consciente que procura la visión total exprimiendo el potencial panóptico que le confiere el conjunto de sus saberes técnico científicos, la herramienta tecnológica.
Se acaba la mortalidad de la visión dentro de un ojo artificial inmune. Nace una mirada ilusoria, un cuerpo cámara capaz de registrar y producir lo que José Luis Brea llama 'imagen electrónica': " la imagen electrónica -dice- no es el yo, ni la identidad, sino un sujeto-individuo, incompleto, con necesidad de reconocer al otro, que reconoce su fragmentación. Es un territorio a construir, como resultado de las prácticas".
















La imagen electrónica se torna como perfecta mediática de la realidad, como ilusión concreta, autónoma, capaz de sustituir sin desventajas cualitativas, aquello que representa. Los sujetos, los cuerpos, ya no necesitan presencia; se abandona el mundo material pero se carga de una potencia mental que interviene las relaciones con el mundo en las economías del deseo.
El ser-en-sí, para-sí del hombre logra, con la observancia exacerbada de la imagen del cuerpo ajeno e incluso del cuerpo propio, potencializar paradójicamente, su ideal como sujeto existencial.


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Con el advenimiento de la imagen electrónica, la realidad, adquiere un carácter fantasmagórico, su valor de verdad posee un símil con su inmaterialidad, es volátil, elástica, sin lugar; la imagen se desincrusta.
Los sujetos, pues, se someten a una ilusión visual donde se extingue la experiencia audible y el sentido táctil del espacio donde se conjugan, en un tiempo no numérico; se libran de su pesadez.
En sentido paralelo, el arte actual ejemplifica la situación con el carácter exhibicionista que adopta, en respuesta de su potencial reproductibilidad.

Una producción innumerable de imágenes efímeras que han sido y son proyectadas en la fotografía, el cine, el video e incluso el propio cuerpo parecen extinguir el sentido áurico tradicional de tal práctica. El arte devenga para sí un desplazamiento cualitativo que afecta incluso su propia naturaleza. Surge la necesidad de preguntar entonces: cuál es, si existe, el “peso” del arte en el sentido visual estético que resguarda? de qué se aligera cuando se inmaterializa? en dónde remite su presencia; o bien, dónde despliega su ausencia? Y encuentro una eventual respuesta en las siguientes palabras de P. Virilio "La presencia del arte, y por lo tanto su localización, está amenazada. Y es exactamente ahí donde reside la solución a la amenaza: en la cuestión de la temporalidad del arte de hoy. Hemos alcanzado el límite de velocidad, la capacidad de ubicuidad, de instantaneidad e inmediación" (...) "Ese es el ejemplo de la deslocalización definitiva, el encuentro entre espectros, entre ángeles, la dislocación del encuentro real con el otro. El arte participa en esta situación. Su aquí y ahora está también puesto en cuestión".











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EL LEJANO MAR DE SOLES



La lengua de la luz lo confunde todo : el tamaño de la desmesura
__________________________________ : las indescripciones…


El cuerpo un abandono a mediodía, la culminación de la mañana lo deja sin sombra
la noche también lo deja sin sombra.
En las pequeñas insuficiencias persigue :_una descongestión de los poderes
_una desconcentración de las defensas
De pronto encuentra admirable esa armonía de correspondencias imperfectas
y decide seguir siendo el arco de la concentración de los sentidos.
Al menos hasta que la virtualidad calque la sombra de un viento que todavía es,
resistencia de aire.


Está debajo de lo inmenso
y eso sobra.
Está esperando como se espera un presagio callado de un cielo desquiciado
sigue interrumpido.
es)
un paréntesis incompleto que fuga del punto de anclaje.
Alrededor la vida (de lo social) incita, las cosas abundan, todo repta,
su presencia figura el afuera adentro de un sonido replegado.
está)
Un paso atrás de la escucha, un paso adelante de la vista,
el espacio lo ampara, como se protege a un bulto amorfo de ignorancia.



Un viaje de la sospecha:

Las naves binarias deslizan el espectro. En la proliferación de azares, varios unos son destituidos,

otros simplemente caen por metástasis.
Todo lo demás no se altera, todo lo demás llega y produce consternación en esto,
pero no lo encuentra.
Aquello parece no advertirlo, entonces esto absorbe todo y se queda quieto.
Ahora parece estar de sobra, como una presencia en la conciencia de nadie.



Oficio de geómetras:

El ojo sube un poco más en el ahora, abajo se disuelven las cosas que no flotan.
El geómetra arma otro juego de providencias o de fatalidades. Las nuevas alianzas proponen

que no hay tiempo real, cuando la oscuridad se enciende y estalla.
Entre despojos lo real fluctúa, sobre lo que sigue volviéndose víctima de un pixelado externo.

Lo que ve siempre estuvo del lado de lo líquido, pero los datos de la electricidad prefieren
lo seco. La información dice que no va a haber lugar para lo húmedo.
La luz, la energía, una oscuridad, el cuerpo, un gesto, el alfabeto, dos números.
Todo se reduce a dos números en el mundo de los dos elementos.
Todas las alianzas empiezan en un 1 y un 0, la comunicación es alfanumérica.
En el estallido nadie procura leer el sentido, el sentido solo deletrea
mensajes de un sistema que se alimenta de rumores electrizados.
Aquello sobrevuela lo que se positiviza por encima del cúmulo,
que titubea como información sobrante suspendida en la inoperancia.
Eso empieza a diseminarse y es la expansión de una improbabilidad que se distorsiona.
La mente persigue un estado de enfriamiento, pero cuando la naturaleza se exalta,
los mensajes se extinguen como el parpadeo de un inconstante.



EL ESPACIO AUTISTA


La fuga de las cosas entendibles:

El sol menguante abre el no de la noche. Intenta nombrar pero recuerda que las palabras son

la continuación del desconcierto.
Los datos flotan como pixeles desperdigados en un espacio que ha perdido la contraseña.
Bajo un sonido blanco (que cristaliza en pintura eléctrica cuando se pretende concentración de

fundamentos), empieza a perseguir un pensamiento para adueñárselo y después dejarlo, y
dibujar todos los sentidos intermedios.
Lo que da vueltas alrededor, no espera nada, pero a cada vuelta lo transforma todo.
En esto que no es alrededor, las voces todavía debaten lo que los cuerpos deberían o no

deberían atravesar. Y las voces se amplifican con facilidad en un espacio vacío.
Lo que marea las luces se enciende por fuera, de un cuerpo que se pierde en una vida

volatilizada. Su potencia se encarga de encender lo que los sueños de la razón dejaron, los
cuerpos en tensión descansan.
Duermen un sueño de felpa, como si ya supieran que van a decepcionarse.



La visualización de datos de los cuerpos de hule:

Se mueven en los umbrales vacíos, algo les roba la materialidad.
Siguen desarrollando una calidad anfibia que les permite entrar y salir, de esa invención

reciente del mundo de lo seco.
Pero no saben hacerse una vida seca todavía.
Mientras juegan a ser el instante perdido en el tiempo de los cuerpos húmedos, lo que mancha

la humedad se distrae en la espiral hipnotizante del paso al tiempo de lo sintetizado.
Al entrar en el mundo de lo seco mantienen una atención que se repite sin tonalidad.
Lapiceras, hojas, restos de un parlante roto, envases de comida, comida, hilos,

aturdimiento.
La imagen del mundo hace señas imprecisas, como si afuera la ficcionalización de un

fragmento, hubiera quedado en lo más alto de una acumulación vacilante.

Llegan ruidos secos como conductos transitorios, de lo que no se dejo vencer por la gravedad.

El cuerpo se abandona y el pensamiento empieza a improvisar. Ensaya alternativas, responde
preguntas, anula respuestas, se abre a un espacio desierto que lo conoce demasiado.
Sobrevuela las cosas, hace que todo se desmorone, vuelve a acomodarlo todo

todo en su sitio, todas las cosas. Estira las sombras, las sombras estiran los objetos
los objetos se afirman, quebrando el quiebre de lo predeterminado.
El gesto del paisaje, los asientos, un vidrio, la estupidez, el grado de frío que sobra

la espera, el olor, el encuadre. Se le aparecen como elementos de una ecuación
que debería haber ejecutado.
Ahora sigue insistiendo en la recurrencia de lo que debió haber sido, un destino, o una

explicación o una causa.
Luego un ámbito demacartivo reconciliará lo disperso, de toda esa incomprensión de lo

mismo.

En el otro extremo, con la monotonía de una voz digitalizada, los datos nombran las partes

tibias de un cuerpo que ya no manipula su distancia. Lo reactivo, lo interactivo, lo repulsivo,
todo toca con una distancia apta para una suavidad de extremidades de plástico.
Esto piensa en los circuitos del artefacto dormido. La lentitud no le anula la vista, la lentitud

enloquece en una calma aparente.
Los ojos se cierran con el circuito grabado en la parte de atrás de los párpados.
Intenta que todo se acelere en el retroceso de las fases insomnes, donde lo revirtualizado

espera mientras la lógica sigue vigilando.
Lo que queda de la voluntad del cuerpo se aferra a un suelo que crepita en lo precario.
La vida no es líquida, la vida es de nylon.



Está años para construir su propia trampa:

Ese instante después anhela llegar al momento de la suma imperfecta.
Ese por el que se cambiarían todos los instantes, todos los fenómenos,
todos los estados, todos los apuntes, todos los olvidos.
Ese instante antes. Después vendrían los dos puntos. En caso de que no llegue nada
esos dos puntos que estarían por introducir aquella explicación o aquella causa,
no harían más que frenar algo, para no juntarse nunca.
Extenderían una mecánica disimulada, de una repetición ensañada en lo mismo.
El espacio atravesaría la melodía de niebla de un cuerpo en simbiosis. Ese cuerpo no habla,

no verbaliza, no responde, no mira, solo gira en la híper concentración de una agitación
continuada.
Con lo tangible de sus acciones ya desaparecido, el cuerpo cae víctima del reflejo de las cosas

insomnes.
La imaginación después va a pretender reconstruir los lados que no se ven desde las cosas,

ninguna cosa va a reconstruir a la imaginación.
El ojo en retroceso, sigue cayendo, sueña con una vida que gira en caída libre.

En cada nuevo giro no puede evitar pensar en lo que la libertad no advirtió.




EL VUELO DEL PLANETA DOBLE: EL PEQUEÑO VIDRIO Y LA TIERRA PLANA


La piedra aérea:

La luz siempre cae,
lo que cae adquiere el lugar de lo indestinado de una condición suspendida

lo luminoso encierra la caída
restos diurnos
predominio de
prescindencias de
un punto ciego_ _______________ como si fuera un valor inseguro
lo luminoso intenta desestabilizar la factibilidad de lo constituido.



La materia oscura:

Mirar desde la tierra es mirar a medias, en el vuelo de la luna la tierra es plana. Agotada toda

su reserva de claridad, la luna que no gira, arriesga lo que asume por anidarse en lo que
desconoce.
En lo que tuerce el eje de la sospecha, la inversión de la luna, retrocede el instante en que la

luz se desliza protegiendo su espacio de oscuridad indexada. El cuerpo de la piedra está
dilatándose por fuera de toda pertenencia, impulsando el límite que a cada instancia se
pulveriza en posibilidad.
El espacio empieza a molestarse en el destierro de eso mismo dejado fuera de lugar.

Sintetizando una venganza de lo inmediato lo oscuro de la materia se consume
en esa otra modalidad del género de la desaparición.
Su intención busca olvidar el enigma regular del vacío de una tierra lineal.

Pero no hace más que anticiparse mediante el diseño de una notación inestelar,
al extrañamiento de un sonido que va a volver para encontrarla, solo como un acúfeno.



Las reservas del crepúsculo:

Arriba es lo demasiado presente, lo que un estado pueda entender no le basta.

La noche se convierte en una cámara de vacío cuando llega al cúmulo globular.
Si lo que permanece diseminado es ese algo innominado en todas las cosas,
el cielo no es una superficie. El cielo viene a dar en un punto preciso del
cuerpo, ( donde se entreteje el desequilibrio de todo desposeimiento).
En ese punto de insuficiencia donde tal vez este comprimida, una idea de la verdad.


Como un equívoco:

eso que es la verdad puede difuminarse
pero no hacerlo desaparecer